
La casa ya tiene nombre, y cuatro columnas, y los cimientos, y la "carpeta".
La foto la sacamos una de las tantas noches en las que nos quedamos llenando la vieja pelopincho de Sole, con una manguera de 100 metros que va directo a lo del único vecino que nos presta agua.
Ya salieron esas noches muchas pizzas, tartas y empanadas en el hornito de barro, hasta miramos películas y se armaron guitarreadas.
Se vienen las jornadas intensivas de trabajo, a ver si logramos hacer las paredes, y techar, antes del invierno.
Seguimos caminando la montaña.